El Refugio
El Refugio

CAPÍTULO 1- Historia de Dave

Esto... hola. Soy Dave Williams, en este momento estoy en un búnker refugiándome de una tormenta de arena que hay en el exterior. Encontré un cuaderno y un lápiz, y en cierto modo de mi aburrimiento decidí contar todas mis hazañas a este diario. La verdad es que nunca he hecho un diario, más que nada porque hace poco aprendí a leer y escribir. Yo nací en Goodsprings, un humilde pueblo del Mojave. Mis padres fueron Maníacos y consumían Jet por igual. Pero antes de eso, fueron dos lugareños normales y corrientes que se dedicaban a la agricultura de maíz fresco y cosas por el estilo. Recuerdo perfectamente que cuando tenía 7 años vino un perro salvaje, pero a diferencia de sus hermanos, no se dejaba llevar del todo por sus instintos, y acabé domesticándolo. Lo llamé albóndiga y era el más fiel de los chuchos.

Bueno, mi vida en sí terminó cuando el 5 de septiembre de 2275 unos hombres vestidos con armadura azul y con armas explosivas hicieron varias incursiones en Goodsprings, asesinando y robando a todo lo que se movía. En una de sus macabras incursiones nos secuestraron a mi padre y a mi madre, y por supuesto a mí. Perdí a mi chucho cuando uno de esos hijoputas lanzaron una granada de fragmentación y se hizo trizas.

Cuando estaba en uno de sus cuarteles le preguntaron a mi madre.

-¿Qué hacemos contigo zorra?

Mi madre, asustada, muy asustada respondió.

-Por favor, no me matéis, podré hacer cualquier cosa mientras no le hagas nada a mi marido e hijo...

Uno de esos bandidos le dijo.

-¿Sabes de armas y explosivos?

Mi madre asentió. El bandido le dijo que si ayudaba a robar a un comerciante que vendía armas y munición, le dejaba vivir y le podía dejar alistar a mi padre y a ella.

Lo hicieron, y con el tiempo se fueron convirtiendo en asesinos y ladrones. Me contó mi padre que fueron al Refugio 3 y al final terminaron alistándose en los Maníacos, debido a su vicio por el alcohol y drogas.

Yo nunca quise tener esa vida, y por eso soy lo que soy, un carroñero y buscador de reliquias del tres al cuarto.

Justo ahora acababa de anochecer, tengo que irme. Cogí todo mi material (una pistola de 9mm, un fusil de servicio y una mina de fragmentación), me ajusté los cinturones de mi armadura reforzada para los ataques de los escorpiones que habían, y salí. Abrí la puerta de hierro de la salida del búnker, acabé con los escorpiones de Arizona y me fijé en otro búnker que tenía pinturas en sus paredes, todas ellas expresando la paz y amor (no tenía muy claro si era una trampa o lo hicieron un par de lunáticos), y al final de reflexionar entré. Abrí las tres puertas y cuando estaba en una especie de almacén se me cerró la puerta de atrás.

Dios, estoy acojonado ¿qué coño ha pasado?. Había un intercomunicador y pregunté si había alguien. La puerta bloqueada se abrió y salieron 4 soldados con unas armaduras de acero que me dejó anodado. Uno de esos hombres me empujó contra la pared y me dijo que me quitara toda la ropa, me diera todas mis armas, vamos, que le diera hasta mis gallumbos. Estaba tan acojonado que acabé dándoselo, algo extraño de mi, con lo orgulloso y vacilón que soy.

Me llevaron a rastras por las escaleras y me dijeron que siguiera a un tal Paladín Ramos y lo acompañara hasta un hombre llamado elder McNamara. Mientras lo seguía, apreciaba una gran base, llena de soldados con armaduras de acero y torretas Mark IV, claro que menos mal aprendí hace poco a desactivarlas con un terminal. Llegué a una gran sala, en medio estaba ese hombre, el Elder. Me preguntó:

-¿Cómo nos has encontrado? Y más te vale no mentir, o esparcimos tus sesos por el suelo, chaval

Le dije:

-Mire señor, yo no tenía ni idea de que existía esta base, estaba en un búnker cerca de éste y entré por curiosear, nada más.

El hombre me miró fijamente, la mirada me asustó y mucho. No sabía que hacer ahora, podía morir en cualquier momento porque no conocía de nada a esos capullos. Espero salir airoso de esta situación...