El Refugio
El Refugio

La granja destartalada de la cima de la colina[Fuera del juego 1] es una localización sin marcar en Yermo Capital en el año 2277.

Trasfondo[]

En la casa hay un terminal que narra la vida de un grupo de habitantes del Yermo que vivieron allí poco después de la Gran Guerra. Los autores de las diversas entradas son Doc Johanson, Edgar, Jim, Rochelle, Tyrone y Tyler. Además, en las notas son mencionados cuatro residentes más, Miles, Jacky y Vu. En el exterior hay un parque infantil.

El grupo había estado viviendo en un escondite cercano y tras salir de éste comenzaron una pequeña colonia agrícola en la colina. Todos los meses se elegía un nuevo jefe de entre los habitantes. Parece ser que lograron construir un sistema de irrigación para sus cultivos y criaron brahmanes (se pueden encontrar unos pocos vagando por las inmediaciones). La última entrada habla de un explorador llamado Miguel, el cual observó a unos viajeros más allá del valle, y de la intención de los residentes de permanecer ocultos. Los restos óseos encontrados cerca del terminal indican que al menos una persona pereció en este lugar.

Disposición[]

Se encuentra al sur de la torre de transmisión KX-B8-11, al sureste de la fonda Truculenta, al noreste del Templo de la Unión y al norte de la guarida de la Antagonizadora y Canterbury Commons. Las ruinas consisten en una torre de agua, un silo, un retrete, un molino de viento improvisado, dos parcelas irradiadas y una granja destruida.

En ocasiones, es posible encontrar el cadáver de un saqueador en el pequeño lago contaminado, junto a los barriles de desechos tóxicos. El cadáver contiene objetos al azar. Deambular por las inmediaciones de la granja generará varios encuentros aleatorios, como un grupo de necrófagos, comerciantes del Yermo e incluso una patrulla de Proscritos de la Hermandad.

Botín notable[]

Apariciones[]

La granja destartalada de la cima de la colina solo aparece en Fallout 3.

Galería[]

Referencias[]

Fuera del juego

  1. Fallout 3: Guía de estrategia oficial pág. 293